A mi cuñado favorito, descansa en paz

 Te conocí cuando apenas era una niña. Mi hermana me contaba que le gustaba un chico y cuando empezasteis a ser novios (hace bastante más de 40 años) se la veía muy feliz. Desde el principio me gustaste, tan serio y, sin embargo, siempre haciéndome reir a carcajadas. Esa ironía tuya... tan tuya.

Dicen por ahí que los amores de película no existen. Pero doy fe de que sí. Siempre le dije a mi hermana (aún se lo digo) la cochina envidia que siempre me habéis dado. Habéis sabido llevar todos estos años un amor cómplice (¡¡cómo os mirabais todavia!!)

 Formasteis la pareja perfecta, la familia perfecta. Esa fue vuestra victoria, vuestra lotería, vuestro éxito.

Siempre te recordaré con una cerveza en la mano y metiéndote conmigo, con esa eterna seriedad que acompañaba a tus chistes.

Por fin descansas después de dos años luchando contra el monstruo, dos años de infierno. Por fin tu cuerpo agotado ya no sufre.

Un trozo más de mi corazón que se rompe en mil pedazos, un puzzle que ya nada ni nadie podrá rehacer. Después de tantas muertes, me dejas un poco más vacía.

Estaré con mi hermana que no sé cómo podrá vivir sin tí pero sabes que no se queda sola. Tus hijas y yo la arroparemos.

Te quiero mucho, mi cuñado, mi hermano. Descansa en paz y no olvides, de vez en cuando, desde donde quiera que estés, contarme uno de tus chistes.


Entradas populares de este blog

El confinamiento mató a mi madre

Madre, son las diez de la noche